lunes, 30 de julio de 2012

Doce canastos LLENOS (por Elsy Montenegro)

Desde hace algunas semanas había estado preocupada por asuntos económicos, en mis oraciones le pedía a Dios fortaleza, paz de espíritu, confianza y fe; pero ¡cuanto cuesta no afanarse! aún manteniéndonos en oración,  sin darnos cuenta pasamos varias horas del día pensando cómo hacer para resolver esos problemas: con una mano entregándoselo a Dios y con la otra contando los centavos.

Acababa de recibir el cheque de mi primera quincena, y antes de hacer la lista de todos los pagos pendientes, aparté el 10% del valor total para entregarlo como diezmo (tengo que confesar que aún estando en Fraternidad, aún dando testimonio, nunca antes había diezmado; por desobediencia, escepticismo, altanería, ignorancia, y todos los etc que están pensando) Dios había puesto en mi corazón el deseo de diezmar y me había revelado en un sueño que tenía que someter mi carne al Espíritu Santo para que controlara mis finanzas.

Al hacer las lista de mis obligaciones me di cuenta que el dinero me faltaba, por un momento pensé tomar "prestado" de mi diezmo, pero una voz en mi interior me decía que no. Confiando en Dios y con fe cerré el sobre y lo guardé en un cajón*.

El domingo pasado escuché en mi iglesia el Santo Evangelio según san Juan 6, 1-15 -la multiplicación de los peces y los panes- y Dios me habló.

"Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?» Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?» Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda». Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido"


¿Quién, teniendo solo 5 panes y 2 peces, no querría tener 12 canastas llenas?, ¿quién que tenga sólo un dólar no quiere tener 12 veces más? -Nadie- Tod@s le pedimos a Dios que multiplique nuestros panes y nuestros peces, pero, ¿estamos ofreciéndole a Dios lo único que tenemos? todo eso que le pertenece a él y no a nosotros ¿lo estamos poniendo a su disposición?

Dios lo puede hacer, él puede multiplicar nuestros panes, el único requisito que se nos pide es OFRENDARLOS.

Qué paradójico ¿verdad?, cuando la ley del mundo nos dice que no diezmemos, que acumulemos; Dios dice: compartan.

Cuando nosotros decimos, al igual que Felipe: ¡Señor es que no me alcanza! ¡Mira cuantas cosas tengo que pagar! ¡doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco!, Jesús en su palabra nos demuestra que solamente si nos despojamos de eso que más queremos ocurrirá el milagro, antes no.

Este evangelio confirma todas mis dudas, y en esta promesa he encontrado la paz que le pedía a Dios. Yo quiero ofrecerte Señor mis panes y mis peces, quiero darte todo lo que tengo; multiplícalo Señor en abundante bendición para mi familia, para mis hermanos, primos, sobrinos; para mi esposo y mis hijos; para mi Capítulo.

Y llena Señor doce canastos, para que podamos seguir compartiendo.

Imagen tomada de 123RF®

*P.D. Para los que se preguntan qué pasó con el sobre que guardé en el cajón ;) mañana lo pasaré dejando a mi iglesia, después de la inauguración del CAPÍTULO DE DAMAS PRINCESS III, Asia Grill Multiplaza 8:00am :) :) espacio publicitario patrocinado por nuestra fe :) 

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